No temo a la muerte
Sé que en cualquier momento llegará
con su abrazo liviano y certero como una guillotina
y no me dará tiempo para pronunciar algún nombre
o acogerme a un signo
Por eso me adelanto a pedirle que como los perros
que no comieron las palmas de las manos de Jezabel
me deje las mías intactas para bendecir a mis hijos
y santiguarme
ante una posible presencia de Dios
Es todo
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