sábado, 3 de noviembre de 2007

Monólogo de un sueño

A Miguel González

Desde esta ventana contemplamos al violinista
que ha armado su casa bajo el puente colgante
de las dos ciudades que se abrasan como hermanas
y muy puntual todas las noches
nos ofrenda un pedazo de su sangre
en una cadencia que revela secretos paisajes

No reconocemos su rostro en la distancia
pero sus ojos iluminan la extensión del abismo
como mariposas de neón sobre su sombra

Lo malo es que no demoran en ahondar su intemperie:
otra vida en manos del mundo

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