A Miguel González
Desde esta ventana contemplamos al violinista
que ha armado su casa bajo el puente colgante
de las dos ciudades que se abrasan como hermanas
y muy puntual todas las noches
nos ofrenda un pedazo de su sangre
en una cadencia que revela secretos paisajes
No reconocemos su rostro en la distancia
pero sus ojos iluminan la extensión del abismo
como mariposas de neón sobre su sombra
Lo malo es que no demoran en ahondar su intemperie:
otra vida en manos del mundo
No hay comentarios:
Publicar un comentario