sábado, 3 de noviembre de 2007

Un jazz para Miles Davis

A Otálvaro Arcila

De entre el intempestivo desfile de sombras
la suya se adelanta a la calle 52
en un intento de romper la monotonía de esto días
Secretamente guiña un ojo
cuando una luz descubre bajo el brazo
la fotografía donde le chupa el aire a Charlie Parker
de un beso en plena boca
En la calle los rostros se iluminan al reconocerse
y un santo y seña en manos del viento
le indica a la suya la hora de la fiesta del reencuentro
Cualquiera diría que es un sacrilegio santiguar la soledad
con una trompeta que permanece entre telarañas
desde antes de conocerse nuestros nombres
Pero usted no tiene la culpa de tanta idiotez en los oídos
En verdad siento que no esté aquí para confirmarlo

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